Friday, January 27, 2006

 



Parábola 1 de 69
Parábola del Vino Rancio


El chamán Chambrulé y sus amados discípulos dialogaban sobre las seis verdades universales. Para aclarar su espíritu, acompañaban sus palabras con la ofrenda de tres botellas de buen vino.

Al terminarse la primera, y como prueba de amistad compartida, Al-Bardouchi, dilecto discípulo, abrió la que contenía el elíxir más apreciado; más, al acercarla a sus labios, su semblante se descompuso, sus rasgos se endurecieron.

“¡El vino está rancio!”, sentenció. “Esos malditos mercaderes nos han estafado ¡Y con lo que cuesta este caldo! ¡Es intolerable!”. Ya no pensaba rectamente. La ira se había apoderado de él.

En ese momento, el chamán Chambrulé se alzó en toda su estatura; una de sus manos se levantó en gesto decisivo. “Convertirá el vino rancio en vino nuevo”, pensaron los demás. Pero el chamán Chambrulé realizó un prodigio aún mayor: dirigió una mirada llena de paz a su inflamado discípulo, y entonces fluyó el bálsamo de sus palabras:

“Todavía tenemos otra botella sin abrir”

Era verdad. Al-Bardouchi sintió como su desazón se disipaba cual fantasma al amanecer. Se aclaró su entendimiento y descubrió el verdadero milagro, hasta hace un momento oculto a sus necios ojos: El chamán Chambrulé había trocado su ira en esperanza.

Agradecidos, los discípulos brindaron; alzaron sus copas. En ese momento, la voz del chamán Chambrulé resonó una vez más:

“No sean pendejos. Preocúpense cuando ya no haya. No antes”.

Y los discípulos comprendieron la grandeza de su sentencia.

Comments:
Estimado Prem Trancitas
Si, me encantó la parábola del vino rancio, es estupenda y fabulosa, espero que continues de esa forma, ta hará bien a tu espíritu.
Por cierto, la totalidad son más que los pedos del Buda jais.
Que son graciosos Oh No?
Tu me diras.
 
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